miércoles, 1 de agosto de 2012

LAS VAJILLAS Y YO. Primera Parte.

Desde bien pequeña, he tenido una fijación con las vajillas, ¡me encantan! La culpa, de mi madre. Mi infancia y adolescencia las pasé en Las Palmas de Gran Canaria, y los sábados eran algo especial, nos íbamos de compra con ella mi hermana y yo. Nos llevaba primero a  desayunar a Morales, pasábamos por Arty, y luego acabábamos en Grife & Escoda, en León y Castillo, y es allí donde nace esta “adoración” por las vajillas, juegos de café y de té, ¡no hay cosa que me guste más! En especial, las inglesas y las de Limoges. Grifé & Escoda traía infinidad de muebles ingleses, otra fijación que tengo. Me encantaba pasearme por la tienda y la trastienda, donde se encontraban estas. Si no recuerdo mal, la encargada se llamaba Josefina, que sufría mucho cuando andaba por allí, porque era una auténtica lagartija. Una de las joyas de la corona de la tienda eran la famosa vajilla Blue Willow, o puente palomas, que creo recordar que ya no se fabrica. Artista indiscutible en cualquier película o serie inglesa que se precie. Es de loza pintada en azul cobalto, con dibujos chinescos. Su fabricación se inicia a finales del siglo XVIII, en Inglaterra por Thomas Turner. Han sido varias fábricas las que utilizaron este original grabado basado en la Leyenda del Sauce, donde según las diferentes versiones, los amantes, la hija de un mandarín y su secretario, son convertidos en palomas, ante la furia del padre de esta, por los dioses para protegerlos.
En estos momentos está considerada ya una pieza de coleccionista.

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